EL TURISMO QUE NO SABÍAMOS QUE NECESITAMOS
Bad Bunny música + estrategia turística= resignificación cultural.
Alejandro Cañedo Priesca
8/14/20252 min read


Durante julio, agosto y parte de septiembre, Puerto Rico está viviendo algo que va mucho más allá de una serie de conciertos: está presenciando un nuevo modelo de activación turística, cultural y económica. La residencia de Bad Bunny, titulada “No Me Quiero Ir de Aquí”, no solo está proyectada para atraer a más de 600 mil visitantes y generar un impacto económico de más de 200 millones de dólares, sino que representa un cambio de paradigma sobre cómo puede pensarse el turismo en América Latina y el Caribe.
Pero lo más importante es dónde está ocurriendo: en San Juan, una ciudad que ha atravesado años difíciles. Desde el paso del devastador huracán María en 2017, Puerto Rico ha enfrentado una cadena de eventos que afectaron profundamente su imagen como destino turístico: tormentas, crisis eléctrica, inestabilidad social y política, y un declive en la confianza del viajero internacional. A eso se sumó una competencia feroz de otros destinos de sol y playa en el Caribe —como Cancún, Punta Cana, Aruba o Jamaica— que ofrecieron mayor conectividad, infraestructura estable y campañas de reposicionamiento más agresivas.
Muchos viajeros dejaron de ver a San Juan como una prioridad, y varios cruceros incluso redujeron sus estancias en el puerto. La recuperación ha sido lenta, compleja y, en muchos casos, silenciosa.
Y por eso, esta residencia no es solo un fenómeno musical: es también un acto de resistencia, de recuperación emocional y económica. Bad Bunny no solo canta sus éxitos. En cada show le canta a su tierra. Reivindica su identidad. En el escenario suenan la plena, la bomba, el cuatro puertorriqueño; aparecen referencias al flamboyán, al pitorro y a las heridas coloniales aún abiertas. Los primeros conciertos fueron exclusivos para residentes, un gesto simbólico y poderoso: primero, los suyos.
Este tipo de eventos son clave para el nuevo turismo: uno que no se conforma con lo tradicional ni con lo predecible, sino que busca experiencias profundas, distintas y con sentido. Puerto Rico tiene grandes fortalezas históricas, culturales y gastronómicas, pero no siempre son suficientes por sí solas para detonar un desarrollo turístico robusto. Actividades como esta residencia abren nuevas puertas, demostrando cómo la creatividad, la identidad y el entretenimiento bien planteado pueden ser motores reales del turismo contemporáneo.
Lo que está haciendo Bad Bunny no es solo música; es estrategia turística, es resignificación cultural.
Es momento de imaginar y construir razones nuevas para viajar… y para quedarse.